martes, 2 de noviembre de 2010

Spaguetti

A menudo me sorprendo pensando en nosotros y recordando todas las tardes que hemos pasado pateándonos Madrid. Sin rumbo fijo, sin ningún sitio al que ir.
¿Qué más da que fuéramos al Retiro a sentarnos en aquel banco o nos tumbáramos delante del Palacio Real, que paseáramos por aquel jardín o que decidiéramos apalancarnos en la fuente de Sol?
Todos los tramos comparten la misma esencia.
Me pierdo en todos y cada uno de esos momentos, me embeleso y vuelvo atrás casi sin darme cuenta. Me pierdo en todas y cada una de tus postales. Mirándolas, leyéndolas, leyéndolas, mirándolas.
El violín ya no desprende la misma música cuando paso por Arenal.
Sus notas se pierden en la nada.
Y es que paso por Callao y aún espero verte, rogarte que me acompañes al autobús. Miro las luces, el cine y te veo allí sentado esperándome como todas las tardes en las que llegué tarde. Veo el ascensor y te veo despidiéndote de mi: "Nueve meses pasan rápido".
Todo parece más bonito ahora que no estás.
Me gusta echarte de menos, vivir en la utopía.

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